La nutrición es una parte importante del tratamiento contra el cáncer.

Llevar una buena dieta antes, durante y después del tratamiento puede ayudarte a sentirte mejor y a mantenerte más fuerte.

Esta información no debe utilizarse en sustitución de la consulta con tu médico, pero puede servirte de ayuda si padeces cáncer o tienes algún familiar que lo padezca.

La persona que padece cáncer puede que tenga que variar su forma de comer e incluso que su cuerpo no tolere igual todos los alimentos o que absorba peor ciertos nutrientes.

Las necesidades de cada persona pueden variar por lo que es fundamental que le preguntes a tu médico o al nutricionista que te sigue, el tipo de dieta que más te conviene. Ten en cuenta que comer bien durante tu tratamiento contra el cáncer puede ayudarte a:

  • Sentirte mejor.
  • Tener más fuerza y más energía.
  • Mantener tu peso y las reservas de nutrientes de tu cuerpo.
  • Tolerar mejor los efectos secundarios relacionados con el tratamiento.
  • Reducir el riesgo de infecciones.
  • Recuperarte más rápidamente.

Tu dieta ha de ser variada para que incluya todos los nutrientes que necesitas para combatir el cáncer.

Proteínas

Las proteínas son necesarias para el crecimiento y la reparación del tejido corporal, así como para mantener sano nuestro sistema inmunológico.

Un déficit proteico te hará perder masa muscular y esto podría prolongar el tiempo de recuperación de la enfermedad y reducir la resistencia a las infecciones.

Las personas con cáncer a menudo necesitan más proteína de lo común. Después de la cirugía, la quimioterapia o la radioterapia, normalmente se necesita proteína adicional para sanar los tejidos y ayudar a combatir las infecciones.

Entre las fuentes buenas de proteína se incluyen aquellas que te aporten menos grasa saturada como los cortes magros de carne,  pescados, huevos, productos lácteos.

Grasas

Las grasas tienen un papel fundamental en la nutrición ya que te aportan mucha energía y tienen funciones tan importantes como formar membranas o transportar vitaminas.
No reduzcas la grasa de tu dieta, pero intenta elegir principalmente aquellos productos con grasas más saludables. Aumenta los alimentos ricos en grasas mono o poliinsaturadas como el aceite de oliva, el aceite de girasol, los frutos secos o el pescado azul y reduce los alimentos con grasa saturada como las carnes más grasas, la mantequilla o algunos alimentos procesados como aperitivos salados, helados, pizzas…

Evita en lo posible las grasas trans o grasas vegetales hidrogenadas o parcialmente hidrogenadas.

Hidratos de carbono

Los hidratos de carbono son la principal fuente de energía y ofrecen al cuerpo el combustible que requiere para la actividad física y para el funcionamiento adecuado de los órganos. Las mejores fuentes de hidratos de carbono son la fruta, la verdura y los cereales ya que, además de energía, nos proporcionan vitaminas y minerales esenciales, al igual que fibra y fitonutrientes.

Siempre que puedas consume cereales integrales (arroz, pan, pasta, quinoa, avena, cebada) ya que contienen más nutrientes y te aportan más fibra. Al elegir un producto integral, asegurarte que contenga los términos “de granos enteros”, “integral”, “de trigo integral” o similar. Si no te indican que está hecho con el grano entero suele ser porque a un producto no integral le han añadido el salvado posteriormente.


Agua


El agua y los líquidos  son vitales para la salud. Todas las células del cuerpo necesitan agua para funcionar. Si no se ingiere suficiente líquido o si se pierde mucho líquido por causa de vómitos y diarrea, el cuerpo puede deshidratarse. Si esto sucede, los líquidos y minerales que ayudan a mantener el buen funcionamiento del cuerpo pueden llegar a niveles peligrosamente bajos.

Lo ideal es beber unos 8 vasos de agua al día para asegurarse una buena hidratación. En caso de vómitos o diarrea es necesario reponer el líquido que se pierde. Todo el líquido que necesitamos no debemos tomarlo necesariamente solo con agua. Podemos reponer líquidos también con caldos o sopas, infusiones, zumos de fruta, leche o incluso gelatinas, helados o polos.

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