Una alimentación saludable es clave mantener una buena salud, luchar contra la obsidad y el envejecimiento.

Aún así, todavía muchas personas creen que comer bien o mal es solo importante para el peso a pesar de que cada vez existen más estudios que nos recuerdan que lo que comemos influye en nuestra salud.

Uno de los efectos más visibles de la mala alimentación es por supuesto el exceso de peso que afecta ya en España a 1 de cada dos personas. Pero, no olvidemos que también hay personas mal alimentadas a las que no les sobra peso y cuya salud está afectada por sus malos hábitos de vida.

Una dieta poco saludable nos predisponen a padecer enfermedades como hipertensión, hipercolesterolemia, diabetes, cáncer,sobrepeso u obesidad y aumenta el estado inflamatorio de nuestro organismo. Este estado inflamatorio nos hace ser más vulnerables ante agentes patógenos externos como se está viendo actualmente con la pandemia del Covid-19.

Lo realmente importante para concienciarnos de la importancia de una alimentación saludbale, es entender por qué comer mal y en exceso puede empeorar la calidad de tu vida e incluso acortarla. Y por eso hoy vamos a ver qué dice la ciencia sobre estos temas de una forma fácil de entender.

Las consecuencias de mantener una alimentación saludable

Envejecimiento y dieta

La evidencia científica nos demuestra que la obesidad es como un espejo del envejecimiento. El efecto que tiene en nuestro organismo el exceso de comida es similar al que tiene en nuestro cuerpo el paso del tiempo.

Este hecho se empezó a estudiar al observar que los niños con obesidad padecían enfermedades como diabetes no insulino dependiente, hipercolesterolemia e incluso accidentes cerebrovasculares. Enfermedades todas ellas, típicas de la edad adulta y no de la infancia, y por ello se empezó a pensar que el efecto del exceso del peso sobre el cuerpo era similar al efecto del paso del tiempo.

El envejecimiento fundamentalmente se debe a una pérdida de la capacidad de nuestro organismo de reparar los daños que causa el paso del tiempo, de ahí la importancia de mantener una alimentación saludable.

Esta pérdida de la capacidad reparadora facilita la aparición de enfermedades como el cáncer, la diabetes, las enfermedades cardiovasculares o las enfermedades neurodegenerativas como la demencia.

Hay muchos factores que aceleran esta pérdida de capacidad reparadora y una de ellas, hoy se sabe que es la mala alimentación.

Este efecto dañino se multiplica si además de comer mal, comemos mucho y nos sobra peso.

El exceso calórico se asocia a mayor envejecimiento que la restricción calórica.

La obesidad se asocia a acortamiento de los telómeros.

Los telómeros son una parte de nuestros cromosomas que protege la integridad de nuestro ADN. De hecho la longitud de los telómeros se ha propuesto como un biomarcador de la edad. Cuanto más cortos sean, mayor es tu edad biológica. Por el contrario, las personas con un estilo de vida más saludable tienen telómeros de mayor longitud y por lo tanto una mayor expectativa de vida.

Nuestros genes y la dieta

Aunque nacemos con unos genes determinados, éstos sufren cambios a lo largo de nuestra vida. Por eso dos gemelos con idéntica carga genética inicial, pueden desarrollar enfermedades distintas a lo largo de su vida dependiendo del estilo de vida que lleven.

Cada persona nace con unos genes determinados y heredados de su padre y de su madre.

Sin embargo, a lo largo de la vida, factores como el estilo de vida o la alimentación saludable (o no), pueden hacer que estos genes sufran modificaciones en la manera en que se expresan. Es decir que según tu estilo de vida y aunque hayas nacido con una predisposición genética a alguna enfermedad, tu estilo de vida y una alimentación saludable puede “corregir” esta alteración, y evitar así que la padezcas.

O al revés, una dieta por ejemplo poco saludable aumentará las probabilidades de que padezcas esa enfermedad para la que estabas predispuesto. De estos cambios en la expresión de los genes se ocupa la epigenética.

Se ha demostrado que nuestra alimentación puede influir en nuestros genes para bien o para mal.  

Podemos, a través de la comida, mejorar o empeorar nuestra genética. Y lo que es también muy importante es que estos cambios positivos o negativos, los podemos transmitir a nuestros futuros hijos.

Hoy se sabe que la alimentación durante el embarazo es muy importante no solo para la madre, sino para la futura salud del bebé.

Por ejemplo, se ha visto que una alimentación muy rica en grasas durante el embarazo puede predisponer a que el futuro bebé padezca obesidad. También sabemos que ciertas predisposiciones familiares a padecer algunas enfermedades pueden “curarse” con hábitos de vida y alimentación saludable.

Nunca es tarde para empezar comer de forma saludable

Por lo tanto, intentemos ser más responsables a la hora de elegir qué y cuánto comemos.

No asociemos comer bien o mal a coger peso e intentemos mimar a nuestras células con lo que necesitan aunque no sea siempre lo que más nos apetece. Seamos responsables con nuestro cuerpo porque si hoy cuidamos de él, notaremos los cuidados en el futuro.

Lo que es cierto es que al igual que una mala alimentación puede ser perjudicial para nuestra salud, una alimentación saludable, sin embargo, puede ayudarnos a mejorar y reparar daños que ya tengamos en nuestro organismo.Lo verdaderamente positivo es que nunca es tarde para empezar a cuidarse.

Este efecto beneficioso es especialmente relevante en dietas ricas en alimentos vegetales ya que en ellos están los antioxidantes que son, como su nombre indica, los reparadores por excelencia de los daños oxidativos.

Nuestro organismo produce por su cuenta sustancias antioxidantes. Pero si con la dieta recibimos más, esto supone una ayuda extra para nuestras células. Los antioxidantes que obtenemos a través de la comida ayudan a reparar los daños de nuestro cuerpo. Y es tan fácil obtenerlos como comer cada día fruta, verdura, aceites vírgenes extra, cereales integrales o legumbres.

Pero un estilo de vida y una alimentación saludable, no solo implica comer bien. Hay otros factores que también influyen y mucho en nuestra salud. Y siempre estamos a tiempo de mejorarlos.

Una dieta saludable debería siempre ir acompañada de una vida menos sedentaria y de unos horarios que nos permitan descansar y dormir adecuadamente cada día.

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