La obesidad ha aumentado a lo largo de las últimas décadas de forma paralela a la aparición de nuevos tipos de bebidas y alimentos en las estanterías de los supermercados.

Cada día hay más personas preocupadas por su exceso de peso que prueban una y otra dieta sin conseguir grandes resultados.

Y es que no se trata tanto de hacer dieta sino de aprender a comer de una forma diferente.

Ya hace tiempo que hablamos aquí de los alimentos que más engordan y de lo importante que es intentar reducir al máximo su consumo en cualquier dieta equilibrada.

Pues bien, en un reciente estudio se ha visto que ciertas sustancias que se añaden a los alimentos para que duren más o para cambiar su textura o su sabor pueden inducir cambios en nuestra flora intestinal que puede predisponernos a la larga a desarrollar enfermedades como la diabetes o la obesidad.

Y es que cada día se le da más importancia al papel que juegan en la salud nuestras bacterias intestinales conocidas como microbiota.

Se sabe que las bacterias intestinales de las personas con obesidad son diversas que las de las personas sin sobrepeso e incluso se ha conseguido que un ratón obeso adelgace con un transplante de bacterias intestinales de un ratón delgado.

Por eso, uno de los objetivos fundamentales para conseguir que una persona pierda peso es mejorar su microbiota. Y esto se puede conseguir con estas 3 pautas:

Evita alimentos procesados

Olvídate de leer etiquetas y buscar los aditivos o emolientes que pueden afectar a tus bacterias.

Consume productos frescos y así te asegures que nada dañe tu microbiota.

Aumenta el consumo de verdura, de fruta y de cereales integrales

Estos alimentos además de aportarte energía y vitaminas, son ricos en fibra y azúcares complejos que tienen que ser digerido por bacterias que son buenas para ti. Cuanto más los consumas más se desarrollarán estos microorganismos en tus intestinos. Si no los consumes de forma habitual, la composición de tu flora bacteriana empeora.

Consume yogures, kefir o productos lácteos fermentados

Estos productos aportan bacterias buenas para tu organismo y te ayudan a regenerar los microorganismos perdidos tras un tratamiento con antibióticos. Eso sí, consúmelos en su versión menos elaborada. Elígelos naturales y huye de aquellos con edulcorantes, colorantes o añadidos varios.

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