Nuestro cuerpo parece que está diseñado para tener un peso estable a lo largo del tiempo.
Son numerosos los estudios en los que se ve que gran parte de la población no engorda más de unos o.5 Kg por año, a pesar de comer en muchas ocasiones muchas más calorías de las que necesitamos.
Este mínimo aumento de peso, significaría que a lo largo del año comemos exactamente la cantidad de calorías que necesitamos y solo nos excedemos por día en unas 5 a 20 kcalorías. Es decir menos de lo que nos aporta medio yogur.
Sin embargo, la realidad es bien distinta. En general nuestro aporte calórico suele exceder a lo largo del año nuestras necesidades calóricas y a pesar de ello solemos mantener nuestro peso bastante estable. Debe existir por lo tanto algún mecanismo que haga que nuestro cuerpo tienda a mantener un peso estable.
Sobre este aspecto se investiga continuamente ya que todo lo que ayude a entender como nuestro organismo mantiene el peso podrá servir de ayuda a las personas que sin embargo han “perdido” este punto de ajuste y engordan continuamente o pierden peso y tienden siempre a recuperarlo.
Y es que a pesar de que muchos científicos siguen defendiendo este sistema de autoajuste corporal del peso, otros muchos discuten su existencia ya que no se explican por qué las personas con obesidad han aumentado tanto en los últimos 40 años.
Parece evidente que los factores ambientales y socioculturales tienen un papel fundamental en el desarrollo de la obesidad. Sin embargo, aunque todos vivimos expuestos a estos mismos factores, no todos tendemos a engordar con la misma facilidad. Ahí es dónde entraría la genética.
Cada vez se descubren más genes que regulan de alguna manera nuestros hábitos dietéticos (pasión por lo dulce o lo salado, necesidad de comer más para saciarse, frecuencia de las comidas, tendencia a los atracones por stress…) y también nuestra capacidad de absorción de los alimentos.
Algunos científicos defienden que casi el 50 al 70% de nuestro peso se debe a factores genéticos.
Pero lo que está claro es que no se engorda sin comer y aunque no podemos cambiar nuestros genes si podemos cambiar algunos hábitos que son los responsables de la mayoría de los casos de obesidad.
Por lo tanto, si quieres estabilizar tu peso y no seguir engordando sigue estas 5 recomendaciones:
Contenido del post:
Controla la cantidad de comida que comes
Tanto si comes en tu casa o fuera, controla la cantidad de lo que comes.
Cada vez las raciones que nos servimos o que nos sirven van aumentando y esa es una de las causas del aumento de la obesidad en nuestra sociedad.
¿Te has parado a pensar en la cantidad de palomitas que comemos en los cines? ¿Y qué me dices de las raciones de los refrescos?
Si no quieres seguir aumentando tu peso repasa la cantidad de lo que comes y el tamaño de tus raciones. Calcula tus raciones en función de lo que te mueves y si ves que está cogiendo peso redúcelas.
Elige productos frescos y menos calóricos
Muchos de los alimentos prefabricados son más calóricos que los que tu preparas en casa. En unos casos porque llevan más azúcar, en otros porque llevan más grasa y en otros casos porque les añaden ambas cosas.
Piensa que una lata de refresco te aporta las mismas calorías que un yogur y una fruta pero no te sacia ni te aporta nutrientes.
Compra solo la comida que necesites
La oferta de alimentos ha crecido mucho en los últimos años. Si no vas a la compra tras haber comido y con una lista hecha, es posible que te lleves más del doble de lo que tenías pensado.
La gran variedad de alimentos hace que nuestras neveras y nuestras despensas estén llenas de alimentos muchas veces innecesarios y que acabamos comiendo por falta de voluntad o para evitar tener que tirarlos.
Organiza de antemano tus menús y no acumules alimentos en tu casa. No olvides que en caso de necesitar algo que te falte, siempre tendrás alguna tienda de alimentación cerca de dónde vives.
Evita comer a diario fuera de casa
Uno de los problemas de nuestra sociedad es que por el trabajo y/o por las prisas, cada día cocinamos menos y comemos más fuera de casa.
La comida que nos ofrecen en los lugares públicos suele ser más elaborada y más calórica para atraer a más público.
Intenta en lo posible cocinar tus alimentos. Si por motivos laborales comes fuera de tu casa, llévate si puedes tu comida al trabajo y si no te queda más remedio que comer fuera, intenta siempre elegir un plato con verdura y evitar en lo posible todo aquello que tenga más grasa y/o más azúcar. Recuerda que los platos más sencillos son generalmente los más sanos. Y para beber, elige agua.
No comas viendo la televisión
El hecho de comer viendo la televisión hace que no prestemos atención a lo que comemos y a la cantidad de comida. Esta costumbre de comer delante del televisor se ha asociado al aumento de peso y esto es especialmente evidente en los niños.
Aprovecha el momento de la comida para conversar con tu familia o tus amigos y apaga la televisión.