Nacemos con unos genes que nos transmiten nuestros padres y que determinan entre otras cosas nuestro color de ojos o de pelo, nuestra estatura pero también la predisposición a desarrollar ciertas enfermedades. Hasta el 60% del peso de una persona está en parte relacionado con su genética. En los últimos años se han identificado más de 30 características genéticas que se asocian con un mayor riesgo de presentar obesidad y el efecto de cada una de ellas es acumulativo. Por cada una de ellas que tengamos pesamos medio kilo más. Muchas de estas características genéticas están asociadas con nuestro cerebro. Ese es el motivo por el que hay personas que tienen más hambre y que se sacian más dificilmente. Aún así es importante recordar que la dieta y el ejercicio físico son fundamentales para prevenir la obesidad. De hecho, en los últimos años la prevalencia de la obesidad está aumentando y la genética no ha variado. Eso sí, no a todo el mundo le cuesta lo mismo mantener el peso. De hecho la industria farmaceútica busca constantemente fármacos que regulen el apetito.
¿Lo conseguirán?